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jueves, 11 de diciembre de 2014

11 de diciembre: Hoy es el día del tango. ¿Sabes por qué?




“Al tango quisieron ahogarlo en Buenos Aires. Estaba prohibido por haber encontrado asilo prostibulario, pero los ‘niños bien’, que venían a tirar manteca al techo al París de ayer y de anteayer, se vengaron de que en Buenos Aires no les dejasen meter pierna y lo impusieron aquí, para que lo reimportasen después a su cuna.” Carlos Gardel.

Esta fecha nació de un modo más que especial. Era una noche de 1965. Ben Molar estaba parado en la esquina del tango, esquina que, según sus palabras, “es la que mis amigos Francisco Pacránico y Celedonio Flores hicieron que se llamara Corrientes y Esmeralda…”. Iba camino de la casa de Julio De Caro para festejar su cumpleaños cuando le surgió la gran idea: asoció la fecha de nacimiento de De Caro con la de Carlos Gardel. Cayó en la cuenta de que, además de ser las dos grandes vertientes, eran los dos grandes creadores nacionales.

Presentó entonces la propuesta al secretario de Cultura de la municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, Ricardo T. Freixá, quien le pidió la conformidad de las entidades artísticas. Ben Molar consiguió así la conformidad de Sadaic, Argentores, Sade, Casa del Teatro, Sindicato Argentino de Músicos, Unión Argentina de Artistas de Variedades, Academia Porteña del Lunfardo, Radio Rivadavia, Fundación Banco Mercantil, La Gardeliana, Asociación Argentina de Actores y Asociación Amigos de la Calle Corrientes.

Once años más tarde, después de mucho recorrer y de observar cómo sus pedidos quedaban en cajones oficiales, amenazó cordialmente al secretario de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires, Ricardo Freixa, con hacer una gran movilización radial, televisiva y gráfica anunciando la organización de un festival monstruo en el Luna Park en apoyo del ‘Día del Tango’. Así, junto con una delegación de la Asociación Amigos de la Calle Corrientes, le pidió a Tito Lectoure el Luna Park para el 11 de diciembre.

A las dos horas del ultimátum se produjo el milagro: la promulgación del decreto anhelado durante tantos años. Así, el 29 de noviembre de 1977 Ben Molar recibió la noticia de que había sido firmado el decreto 5830/77 de la municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires

En honor a Gardel: El 11 de diciembre de 1890 nació en Toulouse, Francia, Carlos Gardel, “el zorzal criollo”, “el morocho del Abasto” o “el jilguero de Balvanera”, como solía llamársele. Su vida encierra todavía numerosos misterios, pero nadie pondrá en cuestión su innegable talento para el canto. Aquí les dejo sus palabras sobre la música que amó y popularizó.



Carlos Romualdo Gardés fue, para todo el mundo, Carlos Gardel, “el zorzal criollo”, “el morocho del Abasto” o “el jilguero de Balvanera”, como solía llamársele. Su vida encierra todavía numerosos misterios, pero nadie pondrá en cuestión su innegable talento para el canto. 

Uno de los desacuerdos históricos gira en torno a la fecha y lugar de su nacimiento. Nacido en Toulouse (Francia) en 1890 o en Tacuarembó (Uruguay) en 1887, lo que es seguro es que en 1893 su madre se trasladó con él a Buenos Aires, más específicamente a un inquilinato del centro porteño. 

A una muy temprana edad, trascendió con su voz y su canto, siendo conocido, según la versión uruguaya, como “el guachito de Escayola” o como “el francesito”, de acuerdo con la versión gala. 

Con poco más de diez años, Gardel trabajó como tramoyista en el Teatro de la Victoria y, más tarde, pasó al Teatro de la Ópera, donde conoció a numerosos artistas de la época. 

En 1911, luego de un duelo musical, surgió su amistad y dúo artístico con José Razzano, quien lo acompañaría con la guitarra durante más de una década. Al poco tiempo, Gardel grabaría sus primeros discos y, años más tarde, sus primeras películas. 

Las décadas de 1920 y de 1930, hasta su muerte ocurrida en 1935, marcaron el auge de su trayectoria artística. Durante ese período descolló cantando en los más importantes teatros porteños y realizando varias giras internacionales. 

A fines de 1933 emprendió su larguísima y última gira. Luego de visitar Barcelona, París, Nueva York, Puerto Rico, Venezuela y otros países caribeños, Gardel murió trágicamente el 24 de junio de 1935, junto a alguno de sus músicos, incluido Alfredo Le Pera, cuando el aeroplano en el que viajaban se estrelló al despegar del aeropuerto de Medellín. 

Apenas había superado los 40 años. Recordamos en esta oportunidad el día de su nacimiento, 11 de diciembre, con una referencia de Gardel a la aceptación del tango en Buenos Aires luego de popularizarse en París.



Fuente: Josefina Delgado (dirección editorial), Carlos Gardel: El morocho del Abasto, Buenos Aires, Aguilar, 2006, pág. 73.

viernes, 14 de noviembre de 2014

El tango y su origen sexual y prostibulario.



La cercanía de la pareja de bailarines entre sí y la sensualidad de su insinuante coreografía dice mucho sobre el origen prostibulario del tango, en los suburbios de Buenos Aires, Rosario, Montevideo, La Paz (Bolivia)...Las primeras letras de los tangos no eran santas, como se imaginarán, sino más bien son obscenas, con títulos dejan lugar a pocas dudas: "Dos sin sacarla", "Qué polvo con tanto viento", "Con qué tropieza que no dentra", "Siete pulgadas", “Vaselina en punta”, “Mordeme la oreja izquierda”, “El 69” “Metele fierro hasta el fondo”... Incluso el famoso "El Choclo", que literalmente significa mazorca de maíz, en sentido figurado y vulgar, equivale al castellano "chocho" o "coño"...


Más lo recuerdan los nombres de los primeros tangos que se conocen:

Afeitate el 7 que el 8 es fiesta (de Antonio Lagomarsino). Durante esos años los tangos se publicaban como partituras para piano (en esa época, en Argentina y Uruguay, muchas casas de clase media tenían un piano); en la carátula podía verse un almanaque en el que caía la hoja del día siete y se dejaba ver la del ocho. Pero en lunfardo «siete» era el nombre del ano; y «hacerle el siete» a alguien era penetrarlo analmente.

¡Al palo! (de Eduardo Bolter Bulterini). «Estar al palo» significa ‘experimentar una erección’.

Bartolo (milonga): «Bartolo tenía una flauta / con un aujerito solo, / y su mamá le decía: / «Dejá la flauta, Bartolo!» // Bartolo quería casarse / para gozar de mil placeres. / Y entre quinientas mujeres / ninguna buena encontró. // Pues siendo muy exigente / no halló mujer a su gusto, / y por evitar disgustos / solterito se quedó».

Colgate del aeroplano.

Dame la lata, que hace referencia a las fichas de latón con el número de turno que daban a los clientes en espera, en los antiguos kekos o quilombos (burdeles situados al lado de los cuarteles).

Date vuelta (de Emilio Sassenus).

Dejalo morir adentro (de José Di Clemente).

¿De quién es eso? (Ernesto Ponzio).

Dos sin sacarla (se refiere a dos orgasmos masculinos consecutivos).

¿Dónde topa que no dentra? (de Alfredo Gobbi, padre): «¿Con qué tropieza que no entra?».

El fierrazo (de Carlos Hernani Macchi), refiriéndose al acto sexual: «Por salir con una piba / que era muy dicharachera, / me han quedado las orejas / como flor de regadera» (las cursivas indican palabras censurada). El verso original de la copla popular decía: "Por metérsela a una mina/ muy estrecha de cadera/ la poronga me quedó/ como flor de regadera".


'El choclo (de Ángel Villoldo): nombre de la mazorca de maíz, pero que en lunfardo significa ‘pene’, por su forma fálica). Algunos autores dicen que originalmente se llamaba más explícitamente El choto, [que alude, por similitud sonora, al chocho como le dicen en España, y por sus barbas de hilos finos a lo mismo... (error, el chocho, a pesar de su sonoridad masculina alude al órgano sexual femenino en España, que en Uruguay y Argentina vulgarmente se denomina "concha" o "cotorra", además de muchas otras denominaciones)]

El matambre (música de Juan Bautista Massa, compositor rosarino de música clásica).

El movimiento continuo (de Oscar Barabino).

El 69 El 69 es la posición en que el hombre y la mujer practican el sexo oral al mismo tiempo, es fácil ver la relación entre tal posición y el grafismo del número 69.

El tercero (A. L. Fistolera Mallié).

Empujá que se va a abrir (Vicente La Salvia).

Hacele el rulo a la vieja (de Ernesto Zóboli, 1905), «hacer el culo a una persona» quiere decir ‘penetrarla analmente’.

La c...ara de la l...una (de Manuel Campoamor). En la portada aparecía un dibujo de la Luna. Pero se sobreentendía que se refería a «la concha de la lora» (o " La cotorra de la Lora" Uruguay) (una usadísima interjección vulgar de enojo o contrariedad, que se basa en una etimología completamente olvidada en Argentina: a las prostitutas europeas se les decía «loras»). Éste fue un tango muy conocido en esa época.

Lavalle y Ombú (de Héctor G. Ventramile).

Metele bomba al primus (José Arturo Severino). Primus era la marca registrada de un calentador a gas de kerosén, que requería ser bombeado.
Papas calientes (de Eduardo Arolas).

Pan dulce (de Oscar J. Rossi).

¡Qué polvo con tanto viento! (de Pedro M. Quijano, c. 1890). «Echarse un polvo» en lunfardo significa tener una relación sexual. De este tango el Pibe Ernesto (Ernesto Ponzio) tomó la primera parte para escribir Don Juan.1

Se te paró el motor (de Rómulo Pane).

Siete pulgadas (refiere al orgullo de poseer un pene de 17,8 cm).

Sacudime la persiana (de Vicente Loduca); una manera de pedir a la empleada doméstica que limpiara las ventanas, pero «sacudir» tiene también una insinuación erótica.

Tocame «La Carolina» (de Bernardino Terés): el dibujo representa una pareja sentada en el sillón. Al lado, un piano. En el atril una partitura titulada La Carolina. El hombre le está diciendo algo a la dama. La duda es si le está diciendo: «Tocamelá, Carolina».

Tocámelo que me gusta (de Prudencio Muñoz): «Con tus malas purgaciones / me llenastes [sic] un barril. / Y me tuviste en la cama / febrero, marzo y abril».

Tocalo que me gusta (de Alberto Mazzoni).

Tocalo más fuerte (de Pancho Nicolín).

Tomame el pulso (de Pedro Festa).

Va Celina en la punta: en la portada de la partitura se veía una yegua (de nombre Celina), ganando una carrera en el hipódromo. Pero «Va Celina» se puede leer como vaselina (un antiguo y popular lubricante sexual).
Viejo, encendé el calentador (de J. L. Bandami).

Concha sucia («Concha sucia, te viniste con la concha sin lavar»), del Casimiro Alcorta, violinista de raza negra, un músico olvidado, que murió en la miseria. Este tango y Entrada Prohibida son los únicos de su autoría que siguieron siendo recordados posteriormente.

Musicalmente, el tango se conoce como de «dos por cuatro», o sea en compás de dos cuartos (2/4), pero en realidad la mayoría de los tangos están en compás de cuatro cuartos (4/4), y el nombre, se supone, surge despectivamente del “tangó”, que eran las reuniones de música y danza de negros.

Las letras van tiñéndose de la idiosincrasia de la que surgen, y entonces el tango, que sigue bailándose sensualmente, comienza a ser tan triste y desgarrador, que cuesta creer que la pareja logre encontrar en esas letras un ambiente propicio para un encuentro sin duda, erótico. Pero lo logra.

Vaya uno a saber porqué, el tango tan rechazado en el Río de la Plata, se apodera de los salones europeos a principios del siglo XX. Uno de los tantos misterios de este mundo, sin duda alguna.

A pesar que hay tangos con letras picarescas, la inmensa mayoría son grises como las madrugadas de las ciudades portuarias donde nació, inmersas en la niebla marítima, desbordantes de la nostalgia por el pasado, la perdida juventud, el amor que un día se sintió, la madre… Los malevos, personajes tangueros por excelencia, temidos en los barrios de mala muerte que frecuentan por su valentía y su andar, facón en mano, listo para empuñar contra quién sea, lloran a la viejecita y a la mina (mujer), tanto pebeta (muchacha) como percanta (mujer de quinta categoría, pero de la que se enamoraban hasta los huesos). De la mina se enamoran, pero los abandona, yéndose casi siempre detrás de un hombre rico. Y se llora, si señores y señoras, se llora mucho. Los malevos, tan valientes, derraman lágrimas como niños, encontrando refugio normalmente en los amigos (aunque la mayoría ya se hayan ido), en el cafetín o boliche, en el barrio (pese a que ya no sea el mismo que antaño) y, obvio, en el recuerdo de un viejo amor. Se llora con lágrimas o con despecho, con dolor o con rencor, por lo que los tangos deben ser escuchados y no leídos, y hay cantantes que mejor interpretan un tema que otro. Casi todas las letras de tango tienen términos lunfardos rioplatenses, muchos de los cuales seguimos usando en nuestro cotidiano lenguaje, y del que nos sentimos orgullosos, porque nos identifican.

El tango es triste, gris y nostálgico hasta límites insospechados. Lo mismo que el blues y el jazz. Basta pensar dónde y en qué ambientes surgen los tres géneros musicales, para que no nos quede la menor duda que los más sufrientes y desprotegidos de la sociedad encuentran en la música su forma de expresar ese dolor tan antiguo como desconsolado, que se termina adueñando de la forma de ser de esa sociedad, y que después resulta imposible erradicar.

Sin embargo, el tango como danza es una maravillosa muestra de erotismo y sensualidad, por eso es tan difícil bailarlo. Se pueden aprender “pasos” básicos, y algo más, pero si no se entrega el alma, y si no existe comunión entre la pareja, el resultado es una serie de técnicas ejemplares, pero nada más. Nada tiene el tango que ver con las piruetas y acrobacias que se exportan al mundo. El tango mejor bailado, el verdadero, se encuentra en los barrios de Montevideo y Buenos Aires, ejecutado por personas comunes y corrientes, y en algunos (pocos) espectáculos para turistas, en los que no se pierde la esencia ni la magia de la danza.


Fuente: FLACSO, CLARIN, LOS BAILES DE SALÓN,