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viernes, 14 de noviembre de 2014

El tango y su origen sexual y prostibulario.



La cercanía de la pareja de bailarines entre sí y la sensualidad de su insinuante coreografía dice mucho sobre el origen prostibulario del tango, en los suburbios de Buenos Aires, Rosario, Montevideo, La Paz (Bolivia)...Las primeras letras de los tangos no eran santas, como se imaginarán, sino más bien son obscenas, con títulos dejan lugar a pocas dudas: "Dos sin sacarla", "Qué polvo con tanto viento", "Con qué tropieza que no dentra", "Siete pulgadas", “Vaselina en punta”, “Mordeme la oreja izquierda”, “El 69” “Metele fierro hasta el fondo”... Incluso el famoso "El Choclo", que literalmente significa mazorca de maíz, en sentido figurado y vulgar, equivale al castellano "chocho" o "coño"...


Más lo recuerdan los nombres de los primeros tangos que se conocen:

Afeitate el 7 que el 8 es fiesta (de Antonio Lagomarsino). Durante esos años los tangos se publicaban como partituras para piano (en esa época, en Argentina y Uruguay, muchas casas de clase media tenían un piano); en la carátula podía verse un almanaque en el que caía la hoja del día siete y se dejaba ver la del ocho. Pero en lunfardo «siete» era el nombre del ano; y «hacerle el siete» a alguien era penetrarlo analmente.

¡Al palo! (de Eduardo Bolter Bulterini). «Estar al palo» significa ‘experimentar una erección’.

Bartolo (milonga): «Bartolo tenía una flauta / con un aujerito solo, / y su mamá le decía: / «Dejá la flauta, Bartolo!» // Bartolo quería casarse / para gozar de mil placeres. / Y entre quinientas mujeres / ninguna buena encontró. // Pues siendo muy exigente / no halló mujer a su gusto, / y por evitar disgustos / solterito se quedó».

Colgate del aeroplano.

Dame la lata, que hace referencia a las fichas de latón con el número de turno que daban a los clientes en espera, en los antiguos kekos o quilombos (burdeles situados al lado de los cuarteles).

Date vuelta (de Emilio Sassenus).

Dejalo morir adentro (de José Di Clemente).

¿De quién es eso? (Ernesto Ponzio).

Dos sin sacarla (se refiere a dos orgasmos masculinos consecutivos).

¿Dónde topa que no dentra? (de Alfredo Gobbi, padre): «¿Con qué tropieza que no entra?».

El fierrazo (de Carlos Hernani Macchi), refiriéndose al acto sexual: «Por salir con una piba / que era muy dicharachera, / me han quedado las orejas / como flor de regadera» (las cursivas indican palabras censurada). El verso original de la copla popular decía: "Por metérsela a una mina/ muy estrecha de cadera/ la poronga me quedó/ como flor de regadera".


'El choclo (de Ángel Villoldo): nombre de la mazorca de maíz, pero que en lunfardo significa ‘pene’, por su forma fálica). Algunos autores dicen que originalmente se llamaba más explícitamente El choto, [que alude, por similitud sonora, al chocho como le dicen en España, y por sus barbas de hilos finos a lo mismo... (error, el chocho, a pesar de su sonoridad masculina alude al órgano sexual femenino en España, que en Uruguay y Argentina vulgarmente se denomina "concha" o "cotorra", además de muchas otras denominaciones)]

El matambre (música de Juan Bautista Massa, compositor rosarino de música clásica).

El movimiento continuo (de Oscar Barabino).

El 69 El 69 es la posición en que el hombre y la mujer practican el sexo oral al mismo tiempo, es fácil ver la relación entre tal posición y el grafismo del número 69.

El tercero (A. L. Fistolera Mallié).

Empujá que se va a abrir (Vicente La Salvia).

Hacele el rulo a la vieja (de Ernesto Zóboli, 1905), «hacer el culo a una persona» quiere decir ‘penetrarla analmente’.

La c...ara de la l...una (de Manuel Campoamor). En la portada aparecía un dibujo de la Luna. Pero se sobreentendía que se refería a «la concha de la lora» (o " La cotorra de la Lora" Uruguay) (una usadísima interjección vulgar de enojo o contrariedad, que se basa en una etimología completamente olvidada en Argentina: a las prostitutas europeas se les decía «loras»). Éste fue un tango muy conocido en esa época.

Lavalle y Ombú (de Héctor G. Ventramile).

Metele bomba al primus (José Arturo Severino). Primus era la marca registrada de un calentador a gas de kerosén, que requería ser bombeado.
Papas calientes (de Eduardo Arolas).

Pan dulce (de Oscar J. Rossi).

¡Qué polvo con tanto viento! (de Pedro M. Quijano, c. 1890). «Echarse un polvo» en lunfardo significa tener una relación sexual. De este tango el Pibe Ernesto (Ernesto Ponzio) tomó la primera parte para escribir Don Juan.1

Se te paró el motor (de Rómulo Pane).

Siete pulgadas (refiere al orgullo de poseer un pene de 17,8 cm).

Sacudime la persiana (de Vicente Loduca); una manera de pedir a la empleada doméstica que limpiara las ventanas, pero «sacudir» tiene también una insinuación erótica.

Tocame «La Carolina» (de Bernardino Terés): el dibujo representa una pareja sentada en el sillón. Al lado, un piano. En el atril una partitura titulada La Carolina. El hombre le está diciendo algo a la dama. La duda es si le está diciendo: «Tocamelá, Carolina».

Tocámelo que me gusta (de Prudencio Muñoz): «Con tus malas purgaciones / me llenastes [sic] un barril. / Y me tuviste en la cama / febrero, marzo y abril».

Tocalo que me gusta (de Alberto Mazzoni).

Tocalo más fuerte (de Pancho Nicolín).

Tomame el pulso (de Pedro Festa).

Va Celina en la punta: en la portada de la partitura se veía una yegua (de nombre Celina), ganando una carrera en el hipódromo. Pero «Va Celina» se puede leer como vaselina (un antiguo y popular lubricante sexual).
Viejo, encendé el calentador (de J. L. Bandami).

Concha sucia («Concha sucia, te viniste con la concha sin lavar»), del Casimiro Alcorta, violinista de raza negra, un músico olvidado, que murió en la miseria. Este tango y Entrada Prohibida son los únicos de su autoría que siguieron siendo recordados posteriormente.

Musicalmente, el tango se conoce como de «dos por cuatro», o sea en compás de dos cuartos (2/4), pero en realidad la mayoría de los tangos están en compás de cuatro cuartos (4/4), y el nombre, se supone, surge despectivamente del “tangó”, que eran las reuniones de música y danza de negros.

Las letras van tiñéndose de la idiosincrasia de la que surgen, y entonces el tango, que sigue bailándose sensualmente, comienza a ser tan triste y desgarrador, que cuesta creer que la pareja logre encontrar en esas letras un ambiente propicio para un encuentro sin duda, erótico. Pero lo logra.

Vaya uno a saber porqué, el tango tan rechazado en el Río de la Plata, se apodera de los salones europeos a principios del siglo XX. Uno de los tantos misterios de este mundo, sin duda alguna.

A pesar que hay tangos con letras picarescas, la inmensa mayoría son grises como las madrugadas de las ciudades portuarias donde nació, inmersas en la niebla marítima, desbordantes de la nostalgia por el pasado, la perdida juventud, el amor que un día se sintió, la madre… Los malevos, personajes tangueros por excelencia, temidos en los barrios de mala muerte que frecuentan por su valentía y su andar, facón en mano, listo para empuñar contra quién sea, lloran a la viejecita y a la mina (mujer), tanto pebeta (muchacha) como percanta (mujer de quinta categoría, pero de la que se enamoraban hasta los huesos). De la mina se enamoran, pero los abandona, yéndose casi siempre detrás de un hombre rico. Y se llora, si señores y señoras, se llora mucho. Los malevos, tan valientes, derraman lágrimas como niños, encontrando refugio normalmente en los amigos (aunque la mayoría ya se hayan ido), en el cafetín o boliche, en el barrio (pese a que ya no sea el mismo que antaño) y, obvio, en el recuerdo de un viejo amor. Se llora con lágrimas o con despecho, con dolor o con rencor, por lo que los tangos deben ser escuchados y no leídos, y hay cantantes que mejor interpretan un tema que otro. Casi todas las letras de tango tienen términos lunfardos rioplatenses, muchos de los cuales seguimos usando en nuestro cotidiano lenguaje, y del que nos sentimos orgullosos, porque nos identifican.

El tango es triste, gris y nostálgico hasta límites insospechados. Lo mismo que el blues y el jazz. Basta pensar dónde y en qué ambientes surgen los tres géneros musicales, para que no nos quede la menor duda que los más sufrientes y desprotegidos de la sociedad encuentran en la música su forma de expresar ese dolor tan antiguo como desconsolado, que se termina adueñando de la forma de ser de esa sociedad, y que después resulta imposible erradicar.

Sin embargo, el tango como danza es una maravillosa muestra de erotismo y sensualidad, por eso es tan difícil bailarlo. Se pueden aprender “pasos” básicos, y algo más, pero si no se entrega el alma, y si no existe comunión entre la pareja, el resultado es una serie de técnicas ejemplares, pero nada más. Nada tiene el tango que ver con las piruetas y acrobacias que se exportan al mundo. El tango mejor bailado, el verdadero, se encuentra en los barrios de Montevideo y Buenos Aires, ejecutado por personas comunes y corrientes, y en algunos (pocos) espectáculos para turistas, en los que no se pierde la esencia ni la magia de la danza.


Fuente: FLACSO, CLARIN, LOS BAILES DE SALÓN,